Un diseño universal del aprendizaje

Diseño Universal de Aprendizaje (formacionib.org)

Gerardo Mora (CDMX). Comunidad de Educadores de la Red Iberoamericana de Docentes.

Los tradicionales libros de Didáctica que todo profesor leyó en su formación y consultaba de vez en cuando, quedaron en desuso en este siglo. Sea por la proliferación de la tecnología digital, La crisis de las escuelas ante nuevas necesidades educativas, o creencias de que el estudiante no necesita del profesor, la Didáctica fue abandonada. Pero ahora regresa triunfalmente como Diseño Universal de Aprendizaje (DUA).

El DUA postula que se requieren diversos tipos de motivación, medios informativos y variedad de actividades en clase y tareas. No se trata de “incluir” sino de enseñar para todos.

Tanto en la práctica como en la teoría, el DUA tiene antecedentes. Por mencionar uno, el Dr. García Andrés sostiene que la Historia para los estudiantes debe ser relevante (motivación), los contenidos y materiales atractivos, y el aprendizaje activo. Sin embargo, la sistematización y difusión del DUA desde Estados Unidos la convierte en una Didáctica indispensable para la educación pospandemia. Primero porque los estudiantes de escuelas públicas no cuentan con tecnología propia e incluso muchos las abandonaron por falta de recursos. Y por las nuevas “barreras de aprendizaje” que aumentaron en las aulas. En efecto, con los recortes presupuestales ahora queda en los profesores (un millón en México) enfrentar estos problemas.

Cuando menos en nuestra escuela secundaria (alumnos de 12 a 14 años) la enseñanza se anquilosó por varias causas. Durante el cierre de las escuelas se tuvo que improvisar a los profesores para el uso de la tecnología, sin cambiar su didáctica. Pero hoy la enseñanza tradicional ya es obsoleta. Demás está decir por qué se necesita el DUA.

Cabe aclarar que hay dos versiones del DUA, una fundamentada (pedagogía inclusiva, neurociencias, evaluación de resultados, etc.) y otra de “recetas” para su aplicación, pero sin cambio didáctico. Aunque esto también pasó con el “constructivismo”, las “competencias” y hasta con el “conductismo”.

Para el DUA la educación tiene como fin que el estudiante utilice -no solo conozca- lo que aprende en la escuela. No se trata solo del apoyo “emocional” y que obtenga al menos las habilidades básicas, sino lograr su “atención ejecutiva” para resolver problemas, tomar decisiones o participar en sus comunidades. Pasar de fines “asistencialistas” al “empoderamiento” del estudiante, considerando todas sus diferencias (intereses, capacidades, recursos, creencias, conductas).

Por supuesto, aplicar el DUA no es fácil. Habrá diversos caminos para cada profesor que lo intente: informarse en la nube, discutirlo con otros profesores, estudiarlo más, experimentar algo, cambiar parte de su didáctica, etc. En todo caso, es necesario para todos cambiar las rutinas de enseñanza.

Para Historia, con el DUA ajustaremos nuestro “modelo didáctico”: diagnóstico de cada estudiante; planeación de acuerdo con el tipo de grupo (“ordenado, activo, pasivo o desordenado”); “aperturas empáticas”; desarrollo del tema con “organizadores gráficos” y “cierre” evaluativo con “tareas libres” (microproyectos).

Consideramos que el diagnóstico de “matrices de aprendizaje” (similar a la “atención ejecutiva”) sigue siendo indispensable para planificar la “clase”, “secuencia didáctica” o “situación de aprendizaje”. En una escuela pública hay que ajustar las estrategias a las condiciones y recursos disponibles. En efecto, aquí el DUA requiere del diagnóstico hasta de la escuela.

Respecto a la “apertura empática”, recurrimos a la “didáctica del patrimonio” (Joan Santacana) y la museología educativa. Con una narración caracterizada o dramatizada y el uso de objetos se sensibiliza al estudiantado con el tema histórico. Esto es una innovación respecto al “inicio” de las clases de secundaria. En otras aperturas el alumnado participa con actuaciones o juegos. Aquí cumplimos con el DUA respecto a las diversas formas afectivas de involucrarlo en el aprendizaje.

Respecto a los diversos lenguajes para presentar la información recurrimos a los “organizadores gráficos” (5w, episodio, proceso, dilema, espina, balanza, Gowin y Cooper) para que el estudiantado descifre el “discurso” del docente o del libro de texto que confunde interpretación e información y es el único que se debe aprender. En la práctica solo hay que replicarlo, aunque no se entienda, ni sea relevante o útil. Por eso la Historia se ha relegado de las prioridades curriculares. Vale la pena recordar que los valores no se aprenden sin practicarlos realmente.

En nuestro modelo recurrimos al “aprendizaje multimedia” de Mayer combinando materiales escritos y visuales en la clase. Recordemos que el “dictado” y el “copiado” eran habituales en Historia. Por otra parte, la construcción de los “esquemas” ayudan al propio profesor ante la confusión de los libros de texto -por eso no se usan para “aprender” y a veces ni como recurso. Los “organizadores” se deben enseñar como procedimientos con el modelado, la ejercitación y la aplicación cuando el estudiante los haya interiorizado para describir, narrar o explicar. Así cumplimos con los postulados cognitivos del DUA.

Respecto a la diversidad de formas de aprendizaje y su evaluación que recomienda el DUA, durante la pandemia sugerimos un “menú” de tareas libres (escritas, dibujadas, objetos hechos, maquetas, narraciones o actuaciones) que cada estudiante quisiera hacer para evaluarlo. Los resultados que obtuvimos con los adolescentes comprueban la validez del DUA. Muchos estudiantes “aplicaron” sus conocimientos, otros los “personalizaron” y algunos solo los reprodujeron. Pero en todos hubo un aprendizaje auténtico, fuera o no “fundamental”.

Aquí lo que nos aporta el DUA es la necesidad del movimiento en la clase, que los estudiantes no estén siempre en fila sentados en el aula. Y que esto se tome como “control de grupo”. Reportamos un caso exitoso con estudiantes de pie y trabajando fuera del aula. Por supuesto, la autoridad lo permitió como parte de un liderazgo escolar compartido. Sin un cambio de la gestión burocrática ni las “cargas administrativas” que prevalecen, no habrá mejora educativa.

Dos acotaciones. Max van Manem destaca el “tacto y tono” pedagógicos que requiere el profesor. No debe ser un simple “empleado” en un “trabajo” vigilado por “jefes”. Ya Remedi señaló que hay “ambientes tóxicos” que afectan a toda la escuela, con sus docentes “quemados” (burn out).

En una intervención formativa con profesores de secundaria, empezamos con la “limpieza mental” (asistencia libre, sin “participaciones” obligatorias ni “tareas” mecánicas) que se requiere para recuperar su experiencia y mejorar la práctica docente. De lo contrario, la capacitación se diluirá en el caos de la vida escolar. Ahora incluiríamos la “narrativa” para que mediante “relatos” y videos de sus clases, distinga “incidentes críticos”, experimente cambios y pueda evaluar sus resultados con evidencias y fundamentos (“triangulación”).